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sábado, 12 de abril de 2014

Etc


De cuando estuve en racha
recuerdo varias enfermedades 
y algún instante enmarcado
como un diploma 
de experto en mareas
y fresas salvajes.

También añoro los coches de caballos
que te dejaban al borde de la luna,
las maquinas de vapor, 
los sacapuntas,
y los impertinentes candiles
de las caricias mudas. 

Frías madrugadas 
de cuando las tabernas 
echaban el cierre al siglo 
y no decían ni palabra los gatos
perplejos ante la sirenas.

Cuando las mujeres 
no dormían 
pese a yacer en el lecho 
y los profetas 
dejaban augurios 
escondidos en la paz de tu pelo 
como se ocultaban las petunias
en los parques 
bajo los sauces 
y la dictadura tenaz de un cielo
todavía neutral
y, por ello, 
bello.


Fueron tiempos difíciles
 
para alguaciles y estatuas 
y una época de prodigios 
para los envasadores 
y los estrategas
de rendiciones 
sin disparar un solo beso.

Fue hace tanto, tanto,
tiempo. 

Tan lejano
como cuando estuve en racha

y me despeinaba el viento
antes de convertirme 
en etcetera
en la larga fila del miedo. 

© Mariano Crespo

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