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lunes, 30 de marzo de 2015

Augurios


La gente que tiene miedo a la fortuna 
amaña los resultados 
paga por el amor 
ve faltas de ortografía en las líneas de la mano.
Yo, como los hombres del tiempo,
yerro con frecuencia los pronósticos 
porque en los pueblos sacan en romería los santos.
En los posos de tus ojos 
veo el café que nos tomaremos 
dentro de muchos años.

Lo que ya no logro es adivinar el pasado 
y saber si mis labios conocieron el azúcar
antes de que tú los hayas besado.

© Mariano Crespo
 

domingo, 29 de marzo de 2015

Chamarilería


Una señora culta, inteligente,
lúcida, me dijo un día
en la intimidad de la sobremesa,
que su marido nunca la dejaría 
porque era un hombre
que nunca se desprendía
de nada inútil o viejo
fuera una mujer o una silla
un trasto o una reliquia.

A ella casi se le escapó una lágrima,
yo todavía no he digerido 
aquella lejana comida
con un corazón en la chamarilería.


© Mariano Crespo

sábado, 28 de marzo de 2015

Manifiesto unipersonal


Cuando tenía un alma con coreografía de estreno en Broadway.

Cuando creía que el mundo era transformable como un mecano.

Cuando era defensor de oficio de todos los culpables.

Cuando creía en los dioses pero me dormía en las iglesias.

Cuando saltaba por la ventana por temor a las puertas abiertas.

Cuando tramité el salvoconducto para poder llegar a don nadie.

Cuando bailaba con chicas que se llamaban Ginger Rogers
en la cubierta de un barco ebrio admirador del Titanic. 

Cuando caía la noche y toda mujer era una posibilidad de pirotecnia salvo las muertas.

Cuando dormitaba en el jardín de mi cerebro una imaginación sin plagios.

Cuando poseía la curiosidad de los cachorros y la inseguridad de los funambulistas aficionados.

Sueño arriba o abajo, -se me paró el reloj imaginario-
fue cuando me sorprendió la madurez 
huyendo de la estabilidad
y queriendo una vida estable.

Han pasado desde mi refundación
trenes que no he cogido 
y aviones de los que me apeé en marcha.

Han pasado mis posguerras
pero todavía no he alcanzado la paz.

Ahora quiero ser bueno 
y, a ser posible, sabio.

Esas personas que se conforman
con lo que tienen
y alcanzan a conocer a qué han venido
y por qué y cuándo conviene marcharse.
Con un asomo de tristeza, amor, 
porque nunca llegaré a ser bombero, ni Gulliver ni mi padre.


© Mariano Crespo
© fotografia. LAS ACEITUNAS DE CÁDIZ. Paloma M. Barroso

viernes, 27 de marzo de 2015

Estética


Las senderos rugosos en ojos y comisuras de labios,
las miradas a las que te asomas y sientes vértigo,
las palabras ásperas por la noche y los besos,

el lenguaje cálido con humor sin resabios,

el vientre esculpido por los embarazos,

los pechos sin escaparate ni jactancia,
,
las manos expertas en caricias y trabajo,

la naturalidad para hacer lo extraordinario,

me gustan mujeres por las que pasó el amor,

no el photoshop, las monjas y los cirujanos.

© Mariano Crespo 

© Pintura ALEXANDR DEINEKA,
Muchacha con un libro”

miércoles, 25 de marzo de 2015

Perdón


No reniego de algunos atracos 
como cuando pones la mejilla 
y te roban las comisura de los labios 
o cuando ibas a decir la palabra mágica
y se te anticipan ganándote de mano.
Pero hay asaltos que no tolero 
como que me sustraigan el pasado 
como que me desvalijen mi verdad 
como que saqueen mi memoria sentimental 
como que hagan rapiña de mis desconciertos
como que me hurten mi identidad sin documentos
como que hagan pillaje en los jardines de mi deseo.
Y no perdono ni perdonaré en el cadalso 
a los que sé que me invitarán a subir 
diciendo que lo veré más claro desde lo alto,
Esos no tienen perdón posible porque ya los conozco
y no tengo indulto para su vida de miserable insulto.

© Mariano Crespo


sábado, 21 de marzo de 2015

Deseo


Nunca fui amigo de las copias. 
Contigo, amor, solo hago el pecado original.

© Mariano Crespo

Asuntos pendientes


Presiento que habrá algunos asuntos 
que dejaré de hacer en esta vida,
por falta de tiempo o de arrogancia 
y créanme que me arrepiento.
No pisaré las calles de Santiago 
como prometí frente al Mediterraneo 
a un amigo chileno,
estando él, yo y el 11 de septiembre,
los tres completamente borrachos.
No podré casarme en un templo 
-el amor hay que agradecerlo a los dioses,
y ante un juez solo hay que ir de reo-
con las caricias de Arcangelo Corelli 
y el perfume del incienso.
No iré a exigir cuentas 
a los que me vendieron sueños 
en los que ellos no creyeron
ni pondré a subasta 
los que yo sí tengo.
No me sacaré un retrato 
vestido de torero,
asomando la cabeza por el cartón piedra 
de una verbena de pueblo.
No daré una rosa roja y un beso fresco
a los que fueron mis maestros 
en caminar por fuera de los caminos
con los ojos bien abiertos.
No plantaré un árbol 
por tierras que ella sabe 
para que dé sombra a mi amor 
y proteja sus lecturas
cuando va a caer la tarde.
No dejaré a mis hijos 
un recuerdo estatua de su padre
digno de la pureza 
con que abrieron las pupilas
y empezaron a mirarme.
No diré mi última frase 
en un estudio de radio, 
cerca de la medianoche
cuando la luna se derrama
en los asientos traseros 
de tu viejo coche..
Algo sin importancia.
que parezca coloquial 
aunque lo tenga escrito en el guión 
desde hace casi medio siglo: 
Buenas noches, amigos y amigas,
haced el amor 
como bestias
y no seáis miserables ni mezquinos,
como los humanos, 
hasta mañana,
os dejo con Charlie Parker.

© Mariano Crespo

viernes, 20 de marzo de 2015

Parte de Incidencias


Esta mañana mi deseo despertaba a las 7 AM,
una hora menos en la isla de tu alma. 


La radio andaba en el empeño de recontar muertos 
y promesas de abundancia en el charco de la miseria
además de un pressing catch en el lodo 
de intelectuales con etiqueta de saldo y rebajas . 


Mi cara tras el afeitado era la de un noble en ruinas
un clérigo rijoso esperando confesar doncellas 
o un escritor ruso de esos que tanto veneras. 


Ya con la escafandra, pensé en tu casa, tu cama, tu acera
tomé mi nave espacial y empecé mi rutinaria jornada. 


Tiempo estimado de mi proyecto de sueño compartido:
200 primaveras con sus correspondientes relojes de arena.



© Mariano Crespo 
© Ilustración Milo MANARA

miércoles, 18 de marzo de 2015

Mujer con suelo y lluvia


Eres un manual para dos manos 
una gata sobre un tejado subterráneo
un poema con mancha de mostaza
un beso cubista multiplicado por mil.
Eres la quintaesencia del perfume
de las flores más presumidas
el frenazo de una bici en mi carril 
la carrera del otoño a la pata coja 
el baile de San Vito antes de un sí.
Eres el prospecto de mis venenos 
la masa con la que no hago pan 
el susto del cachorro frente al espejo 
la rima en asonante sonando a mar.
Eres la esperanza del horizonte 
la laguna pintada en el extrarradio 
el jilguero perdido entre las fresas 
el apellido de un dios sin bautizar.
Eres la tormenta que se encadena 
el pulso de la muñeca que sabe hablar
la rebaja de condena de los lagartos 
el pijama para dormir en la catedral. 
Eres un te quiero en papel de plata 
el gusto a disgusto del regaliz
la pepita de oro entre las pestañas 
el brillo de los ojos entre el serrín
Eres la curva de la vida recta 
el picor a deseo de la nariz 
los dados volando sin paracaídas 
los labios húmedos sin el carmín. 
Eres la mano que apaga la estrella
el zapato que funda un corazón 
la metralla del polen en primavera
el ojo verde encima de cada lunar
Eres lo que sucede sin luz en un relato 
tras echar el cierre a toda la trama 
y antes del miedo al punto y final.

© Mariano Crespo


lunes, 16 de marzo de 2015

Ciudades en pañuelo de seda


Tengo por costumbre
llevar ciudades tristes 
en el bolsillo de la chaqueta,
por si me topo con una mujer llorando
en el rincón de la acera
como solo se llora un roto 
en el descosido de las parejas.
Me detengo 
y las regalo un banco frente al río, 
las gastadas escaleras del barrio viejo, 
los soportales cuando estalla la tormenta,
o el Museo de la Desolación 
que tiene toda villa 
con tragedias entre sus piedras. 
Luego acelero el paso,,
miro hacia ningún lado, 
y dejo caer una ciudad
envuelta en mi pañuelo de seda
para que su derrota sin besos
tenga un marco de referencia. 
Hay amores que lloré
y no pasó nadie 
que tuviera a mano Florencia
envuelta en un lienzo de pena
y guardada por costumbre
en el bolsillo de la chaqueta.

© Mariano Crespo


viernes, 13 de marzo de 2015

Entretiempo


No imaginé de joven 
que, ni por asomo,
iba a llegar a la edad que tengo.
No me veía a los veinte
con el pelo blanco
y el futuro gris, tirando a negro. 
Así que no hice planes, 
no estoy preparado
para ser algo
ajustado al cronómetro. 
Como no tengo comportamiento 
de entretiempo, 
voy desnudo más de lo saludable 
o vestido de madurez en camuflaje.
No estoy preparado para la vida de espectador
aunque de algunas películas 
me han excluido del reparto.
No imagine de joven 
que llegaría la edad que tengo
y, os juro, 
que hay momentos en que sería más cómodo 
desaparecer feliz como un finado,
mientras encuentro el manual de instrucciones
para la vida en listas de espera
para ser voz en off 
o ganga en segunda mano 
o resignarme a contestar 
la más estúpida de la preguntas
del cuestionario humano: 
¿estas cosas 
también ocurrían en tus tiempos? 
Y no sé decir si se refieren 
a perder los papeles por una mujer, 
a la ruina moral
o al cambio climático.
Y tengo ganas de contestar
que cuando no estaba civilmente muerto
no recuerdo toparme con tanto necio.
© Mariano Crespo


martes, 10 de marzo de 2015



Me puse a hablar de ti 
ante la tribuna del paisaje
y con la misma lengua
con que en la cama ayer me esforcé en matarte, 
hoy te he erigido una estatua en verso
para que los pájaros descansen 
y prosigan el vuelo hacia tu calle.


© Mariano Crespo

miércoles, 4 de marzo de 2015

El hombre descolocado


A las mujeres nunca se las conoce 
como bien saben los que conocen de mujeres.
Sin ir más lejos, yo soy un descolocado.

Yo ruego a los dioses que antes de abrir la boca 
su planeta conjugue su órbita con mis giros.
Lo contrario son las hecatombes cósmicas.
Cuando ofreces una aventura 
y ella está pensando en el nido,.
Cuando entregas cobijo 
y ella quiere espacio. 
Cuando brindas tu mejor palabra
y su copa espera tu más ajeno silencio. 
Sé lo que digo cuando hablo de esto
porque he comprado el mar para regalarlo
a mujeres que salían de un naufragio 
o prendido el fuego de mis deseos
a alguien recién dada de alta
de la unidad de quemados.

A las mujeres nunca se las conoce 
como bien saben los que conocen de mujeres.

Ruego a los dioses que antes de pronunciar palabra
me esté escuchando una de esas señoras
que ríen y disfrutan con hombres descolocados,
y que mienten con elegancia y descaro 
cuando susurran que cómo sabes lo que está pensando.

© Mariano Crespo