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viernes, 2 de marzo de 2012
Evolución, Revolución
Nunca blasfemo en casa del creyente.
Salto por la valla con la puerta abierta.
Practico la prudencia sin ser prudente.
Nunca me acuesto con una muerta.
La razón es siempre una buena escusa
para crimenes razonables de los judas.
Estos son tiempos cínicos de Lampedusa
obvios y frios como estatuas desnudas.
La pasión en el Titanic va de pasaje.
La verdad es furcia fea y enamorada.
El dinero negro es el mejor equipaje.
El salvoconducto para llegar a nada.
No somos nadie, pero con papeles.
Meras circunstancias en mísero ego.
Queriendo ser rebeldes somo fieles.
Renegantes con salario del reniego.
Cojan para el ocaso palco reservado.
Somos los bárbaros mal que nos pese.
La invasión es nuestro pútrido pasado.
Y la belleza será la que nos cese.
Confundimos profetas con delatores.
Aterrizaje forzoso es nuestro destino.
Ciegos, subimos en los asecensores
suspendidos frágiles por un hilo fino.
Somos, ya se dice, el miedo avestruz,
bailamos ébrios en el barco a la deriva,
el último, camaradas, que apague la luz
y no tengan envidia al que sobreviva.
No distinguimos las voces de los ecos.
Dejamos los deberes para un mañana
Nos sostenemos en discursos huecos.
Y, pese a Darwin,
no
queremos
adaptarnos
al
medio
como
una
especie
sana.
Evolución o es revolución o no es nada.
© Mariano Crespo Martínez
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