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domingo, 2 de septiembre de 2012

Cisnes y patitos feos




 Por qué no podría ser
ese honesto señor
que me ocupa el magín
con su pereza.
Un caballero con batín
que lee El Quijote,
en edición de piel,

derramado una chaise longue
y bajo un retrato de caza
tradicional inglesa.

 Por qué no colocaré la renta
en valores seguros
y antes de los manjares
bendeciré la mesa.
Por qué no luciré
un escudo heráldico
y un servicio
de porcelana chino
para compartir el te
con una meretriz de lujo
ama dominante y alemana
que me golpee con una fusta
y me zurre con clase la badana.

Será porque uno es uno mismo
y unos valores que no son un adorno
son una seña de identidad
un camino propio.
 

 Es una cuestión de clase
pero no de su clase de pose,
es mas complejo y sencillo:
es mi clase de vida
y la de los míos.

De tal manera que cuando imagino
a un padre de esa guisa,
de esa estirpe nobiliaria,
tengo la certeza
de que me ha desheredado
y en la mansión
tengo prohibida la entrada.

Y me invade una alegría,
estúpida si quieren,
por estar de este lado del río
en que tanto se padece
y la miseria no es una palabra
que mendiga en misa,
es una muerte que mata y no muere.

Pero la vida fluye
no es un estanque pútrido.
Y la alegría nos visita
a la misma hora
que a su casa el tedio.

No tenemos cisnes de adorno en las casa del patito feo.

© Mariano Crespo Martínez




               

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