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lunes, 24 de septiembre de 2012

La búsqueda



Salió a buscar una flor
que la imaginación brotó en su cabeza
como prueba de amor hacia ella.
Recorrió en su búsqueda
inútilmente
todo el planeta.

Ella solo deseaba su compañía
y el tibio calor de su cuerpo
para las largas noches frías.

Un día el regresó compungido.

No encontré tu flor, amor mío.

Ella, entre lágrimas dignas,
se despojó de la túnica.

Al ver bajo su cintura
la flor marchita
que el portaba en la cabeza,
comprendió con amargura
que solo el hombre es capaz
de consagrar la vida
en conquistar para las mujeres
tesoros que ellas
o no desean
o ya poseen.

Desde entonces escribe poemas
como todos los que penan equivocaciones.
 
 

 © Mariano Crespo Martínez



                      

                      

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