(A los amigos y amigas que logran
ver las estrellas desde la bodega del barco)
Hace
muchos años viviendo en una isla
me encontré con un vecino del barrio
mientras el viento desarbolaba bares y barcos.
me encontré con un vecino del barrio
mientras el viento desarbolaba bares y barcos.
Nos
comentó a mí y al vaso de ginebra
-mirándonos como el que se sujeta a un mástil-
que era difícil ser sublime en la miseria,
que cuando se instala la necesidad
en la casa donde habitó la belleza
se apaga hasta la vela del deseo
y se sofocan los gritos nocturnos de fiesta.
-mirándonos como el que se sujeta a un mástil-
que era difícil ser sublime en la miseria,
que cuando se instala la necesidad
en la casa donde habitó la belleza
se apaga hasta la vela del deseo
y se sofocan los gritos nocturnos de fiesta.
Me
viene a la memoria cuando bebo con poetas
y veo que del mapa del tesoro hay menos nuevas
que de la incineradora de delirios sólidos,
que hay una multitud para una sola maleta
y para el viaje a Ítaca siempre hay tormenta.
y veo que del mapa del tesoro hay menos nuevas
que de la incineradora de delirios sólidos,
que hay una multitud para una sola maleta
y para el viaje a Ítaca siempre hay tormenta.
Me
rehago de un primer momento de tristeza
viendo que ninguno abandona la faena
y para que les agarren las rosas
se llenan el vientre de tierra.
viendo que ninguno abandona la faena
y para que les agarren las rosas
se llenan el vientre de tierra.
Y tienen la elegancia de dejar propinas
en verso cuando demandan a cuánto asciende
una ración de dudas y un vaso largo de agua.
En
el parnaso solo se llora
las noches mágicas en que se presenta una obra.
las noches mágicas en que se presenta una obra.
© Mariano Crespo
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