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domingo, 5 de febrero de 2012

Oración atea del hijo de un dios menor

Pensar en pimera persona
pero del plural.
Depositar dinero en el banco
pero en el que pernoctan los sin techo.
Cuando de algún prójimo hablen mal
no darlo por hecho.
Si la suerte te abandona
recuerda que no eres manco.
No escupas al cielo ni a la cuchara
que te dio de comer.
Hazte fino de oído
separando voces de ecos
y aprende a perder
sin ser perdedor ni perdido.
Encuentra para escuchar huecos.
Equivocarse no está prohibido
Es de cretinos saber y callar.
No seas roñoso con los besos
ni en el regalo de tu risa a los demás.

Y, sobre todo, y por derecho,
quiérete un poco más.

MARIANO CRESPO.

Pie para una fotografía de Newton


La calle de los perplejos.
La estatua de la desolación.
El palacio de los complejos.
La chabola de la razón.

El cartero llora dos veces
la carta que nunca llega.
El dolor que te  mereces.
El huerto que no se riega.

La mentira que coge al cojo.
El buzón de reclamaciones.
La biga en el propio enojo.
Nadie silba las canciones.

El centro que no se centra.
Nadar y guardar la sopa.
El hastío que se te adentra.
Beber la última copa.

La rabia de muerto el perro.
El paso que no deja poso.
Buen día para un entierro.
El anochecer de lo hermoso.

La fe que mueve patrañas.
La ciencia en la alcantarilla.
Vender a saldo las entrañas.
Cuidado en perder la silla.

El sueño que no se labra.
Pinta en  bastos  la baraja.
La muerte de la palabra.
Lo fuerte que esta la caja.

Una tropa sin bandera.
Los niños sin reyes magos.
Las rebajas de primavera.
La rutina de los estragos.

Dan por desaparecido al arte.
Todo ahora es para luego.
Ten cuidado en no quemarte.
No hay incendio sin el fuego.
 
Con la  puerta entreabierta,
culo al aire y con pistola
El profeta nunca acierta
cuántos parados harán cola.


MARIANO CRESPO









sábado, 4 de febrero de 2012

Inventario de sueños y fracasos


Cuando niño quería ser grande.
En la adolescencia, pasar desapercibido.
Al llegar a la juventud aposté por llegar a seductor,
ser un tipo admirado, brillante.
Me sorprendió la madurez huyendo de la estabilidad
y queriendo una vida estable.
Ahora quiero ser bueno
y, a ser posible, sabio.
Esas personas que conforman
con lo que tienen
y alcanzan a conocer a qué han venido
y por qué conviene marcharse.
Y, sobre todo, perdonarme
por haber deseado
lo que no correspondía darme.
Las hadas son limitadas,
los duendes informales,
y los dioses más proclives
cumplieron bien su labor
cuando, a pesar de mil naufragios,
miro el mar sin miedo.
Eso, creánme, es un éxito.
Pero para que enteiendan mi tristeza
les confesaré que he fracasado
en mis tres grandes deseos.
Nunca llegué a ser mi padre, ni Gulliver, ni bombero.
 

MARIANO CRESPO. 

viernes, 3 de febrero de 2012

Elogio del amor inverso



Odio los consejos de ministros
y las radios de los taxistas.

Odio las medias mentiras
y que miren el reloj
consultando la hora,
cuando yo apelo al deseo
y miro las tetas.

Odio las frases hechas,
los orgasmos fingidos
y los que observan el curriculum
e ignoran la biografía.

Odio a las mujeres
que estudian
para documentalistas de rencores.

Odio las tarjetas de presentación
los besos de compromiso,
las canciones de la tuna
y las recetas contra el mal de amores.

Odio a los que desprecian a las putas
y regatean el precio
de las que pondrán la lengua en su soledad
porque ignoran que son "hijos de"
no clientes.

Odio los concursos de todo
tanto como las tertulias de nada.

Odio los traficantes de sueños
que nos meten promesas en vena
y nos hacen adictos al engaño.

Odio las cafeterías con hilo musical
que siempre ponen boleros
en el momento desdicha en que tu chica
te está dejando.

Odio el paripé, la impostura,
el tener altar en la tierra
y ser un patán en
la República de los Cielos.

Odio las primeras comuniones
y las últimas hostias.

Odio a los que amenazan
con cuchillos, revolver o infierno.

Odio la libertad condicionada.

Odio la buena voluntad
con la mala realidad conjugada

Odio que se llame maestro a un torero
y funcionario a un catedrático.

Odio que se denomine doctor
a quien solo es un mecánico del cuerpo
y que se vayan muriendo de asco
los buenos médicos.

Odio la mala fé,
la esperanza Aguirre,
y la paja de caridad
que bien entendida empieza
por uno mismo.

Odio todos los muros
el de la vergüenza,
el de las lamentaciones
y el de los cursis en Facebook.

Odio la bolsa, las rifas,
y las tarifas en los museos
que ponen precio y coto
a lo excelso, a lo bello.

Odio las rejas en los santos lugares
de la entrepierna sagrada.

Odio el hábito y el uniforme.
Odio la tarjeta roja directa.

Odio a los camareros que insultan
a los borrachos.

Odio a los camellos que desprecian
a sus adictos.

Odio a las empresas
que ponen que su producto mata
y siguen recogiendo beneficios
de los asesinatos.

Odio lo cantos de sirena
las cartas a los reyes vagos
y las colas para besar santos
y humillarse en la petición
de un deseo que solo beneficia
al cepillo del traficante clero.

Odio a los que confunden
la cultura con las preguntas del Trivial.-

Odio la halitosis de los predicadores.

Odio los fines que abdican
de los principios.

Odio las recetas para el éxito
y los libros de autoayuda en carretera
del fracaso.

Odio la indiferencia.
Odio los charcos.

Mariano Crespo



No solo están frios los muertos

 
Desde mi faro sin mar
en los límites del agujero,
leyendo bajo el volcán,
soportando el aguacero.
Sacudido por los vientos,
echando la leña fuego,
ojeando las esquelas,
poniendo manta a los sueños
para que este frío no los encoja
para que no les mate febrero.
Estoy en asuntos pequeños,
cosas sin trascendencia,
inventarios de promesas
que se quedaron en miseria.
Pero espero una llamada,
tengo un presentimiento,
una intuición, un inidicio,
un telegrama sin texto,
Un sms que incendie el teléfono.
Y me haga poner el abrigo
que guardo entre los libros
para sacar a la calle poemas,
y que vuelvan los gritos
al reino de los silencios.
Porque no me puedo resignar.
No acepto esta sala de espera
sin horizonte ni proyecto,
en la que la belleza está helada
y no sólo están fríos los muertos.
 
MARIANO CRESPO.

Entre un mundo que se derrumba y uno nuevo que no se atisba



Nunca estás curado de espanto. El espanto es una enfermedad crónica que a veces no ofrece síntomas pero siempre está latente y, cuando menos esperas  reaparece. Quien dice que está curado de espanto lo que no quiere decir es que ya es cómplice de los que lo producen.
El Partido Popular empieza a gobernar y toma medidas de derecha. Normal.  Lo que no era lógico en España es que cuando gobierna la derecha se toman medidas de derecha y cuando gobierna la izquierda se toman medidas de centro- derecha. El espanto se ha convertido en moneda de uso corriente.
Cuando el primer mandato de Zapatero emprendió medidas que conducían al desarrollo de las libertades individuales, me encontré un día compartiendo manteles con un viejo socialista. Yo me mostraba optimista e incluso, de manera inocente un tanto eufórico porque el Gobierno aprobara el matrimonio homosexual, alentara de palabra y con leyes la igualdad de hombres y mujeres y se acordara de que estas, en la más rancia tradición española, se ocuparan de padres y enfermos legisló la Ley de Dependencia.
El viejo militantes socialista me dijo que sí, que de acuerdo, pero que ningún gobierno de izquierda en democracia había hecho la fundamental política que se le supone y que esta no era otra que tocar el monedero a los ricos por la vía fiscal y hacer una política redistributiva de la riqueza.
Hoy comienza un Congreso socialista. Elegirán secretario general en la dura competencia entre una hombre del aparato, inteligente, irónico y con ben golpeo y esquiva en el ring de la dialéctica y una mujer de otra generación, menos brillante pero más enérgica, y a la que se le presupone una mayor capacidad de poner al día el partido y limpiar de viejos recuerdos y polvo corrupto el edificio de la calle de Ferraz.
Pues que quieran que les diga. No tengo ninguna ilusión por este combate y por este congreso. No es que le desee al partido de los socialistas ninguna catástrofe, pero soy de los que me educado en la idea de que los partidos cumplen su función cuando transforman la sociedad no en si mismo y creo, honradamente que las ideas transformadoras no han viajado en AVE a Sevilla.
Estamos en un mundo que, a poco que se conozcan las catástrofes, se derrumba. En una sociedad en que los partidos que transaformaron la historia e incluso la revolucionaron, frente al naufragio evidente, han entrado en parálisis y con un electroencefalogra plano en lo político más que preocupante. Por no hablar de la endogamia con la que sus componentes se protegen a veces infamemente.
El capitalismo está más fuerte porque al contrario que las ideas una moneda recién acuñada tiene el mismo valor que la manoseada y con mucho viaje por las manos de la gente.
Los chicos que tienen toda la vida por delante y el carné del paro como militancia se han ido a acampar fuera de las sedes de los congresos o rumian su desesperación por las tabernas. Los viejos militantes hablan en voz baja y en los informativos se avergüenzan. Y los poetas y los artistas han ido descubriendo que en estos partidos no están ni las musas ni la belleza.
La voz de los científicos no se oye en los medios silenciada por los rebuznos de la casta extendida de la Belén Estebán y la tuna de sarasas que las palmean mientras los gays se mueren de vergüenza.
Las mentes más lúcidas están como Séneca con la cuchilla en la mano y las muñecas llorando.  Todos sabemos quien es el imperio, que se esnifa en Wall Street, que los paraísos no tienen a Adán y Eva sino áctivos toxicos, basura, pero lo que no sabemos nadie es quienes son los bárbaros.
Esto se desvanece, se funde en negro. Estamos ante un mundo que se derrumba y otro que no se atisba. Y cuando los hombres y mujeres no mueven la historia, va la historia y les mueve. A peor, claro.



miércoles, 1 de febrero de 2012

Autorretrato en miércoles de cenizo


Es posible que hayan oído eso de que tengo
alma de metal, olor a tienda de ultramarinos.
Disculpen, de la buena uva es de donde vengo
como el origen pisado de los buenos vinos.

Es cierto que no doy una partida por perdida
incluso si tu rompes la baraja o robas el dado.
No mienten los que dicen que no mostré la herida
para no darte el gusto de que me has matado.

Hay dos aceras en las calles en las que he vivido
las que paseo indolente, con paso de tortuga,
las que sin plano, con mal azar, me he perdido.
En ambas me salieron canas y la primera arruga.

He muerto con la despedida de cada amigo.
Bailo a solas cuando no contengo el llanto.
Me molesta que citen aquello que no digo
Me jode lo fácil, Con 7 y media no me planto.

Disfruto con la curiosidad, con el ingenio,
con la lluvia, el jazz, el cine y el teatro.
Para quien no gusta de mí no tengo remedio.
para el que me ama, bueno, son solo cuatro.

Y debido a que me sobra un dedo de la mano
para contar los que llorarán en mi entierro
voy cuesta arriba cuando el camino es llano,
maúllo gato a los que me ladran perro.

Si queréis que os diga la verdad que no se nota
sobre la imagen que me devuelve el espejo
os confesaré que soy un redomado idiota
al que el tiempo no hizo sabio sino viejo.

Pero al revés que en el western a las caravanas
me gusta ser  un tipo con sombrero, rodeado.
Mas no por insensatos, locos, mentes vanas
A mí me alimenta lo que deshecha el mercado.

Quien me ha querido conocer me ha conocido
el que pretendió engañarme hizo su agosto.
Al que algo me enseñó, eternamente agradecido
Me reprocho el venderme a precio de costo.

No me salen las cuentas, disfruto con los cuentos.
Me disgusta de mi vida el rito del corazón roto.
Me chifla ser la gota del vaso que colmó el beso.
Y dar la nota ante la estupidez cuando la noto.

Por lo demás, ya sabéis todos en donde habito,
en una ciudad gris, en la deriva de un planeta,
en un tiempo limitado medido  en reloj maldito.
A la espera  del juicio final, de la  puta trompeta.