Ahora que me dedico a la pornografía
de la ternura
muestro sin pudor las caricias que planeo,
la conspiración de mi lengua
en dirección prohibida,
y en el órgano, cuando no mengua,
tan sólo sé interpretar jadeos
sin partitura.
Ahora hago juramento que de la expansión
de mi universo ya tengo alguna prueba
y que mi devoción no tiene cura.
Grato sacerdocio de bendecir el agua en la bañera.
© Mariano Crespo
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