A menudo lanzo al valle de mis lectores
el eco de mis dudas
con la esperanza
de que me rebote
una certeza
una palabra única.
Me bastara
nada.
A menudo ellos me lanzan sus ecos
y me estimulan
tanto como me abruman
mi propia niebla
espesa y desconcertada.
Escribir es un diálogo de soledades descaradas,
impúdicas,
sin rostro,
encalladas.
Los carreteras de ida y vuelta
a los fines sin semanas
se elaboran con preguntas sin respuesta
asfaltadas.
© Mariano Crespo
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