Tengo ganas de asomarme al
balcón
por ver si llega el tranvía,
poner la radio y sentarme en la mesa camilla
a escuchar las dedicatorias del oyente
y que una de las muchas chicas que me gustaron
me dedique un bolero miserable, un buen bolero,
una de esas canciones cochambre
que dudas si la bailas o la lloras
a solas en la brevedad de tu cuarto
o intentado desabrochar un sujetador
esa prenda cerrada con tan mala leche
para los niños de ayer recién calientes.
Tengo ganas de que lleguen los fríos
aunque ya no tenga fogón en la cocina
en donde mis vecinas reblandezcan la cera
para depilarse las piernas con la falda levantada
sin percatarse del muchacho que las espía.
de rodillas y sin entender el misterio
como cuando ayuda al cura en misa.
Tengo ganas de buscar en la mesilla de mi padre
la revista francesa de la no entiendo las palabras
pero en que una chacha friega el suelo
y se le ven unas bragas muy extrañas
luego se va quitando toda la ropa
fotograma a fotograma
hasta que se le ve el matojo de la taquicardia.
Tengo ganas de regresar
para rellenar en el álbum algunos huecos
porque tengo un agujero de papel en el alma
que me duele como las ausencias
en las bodas y en los entierros.
Yo fui de los niños,
que no completaron ninguna colección de cromos,
casi ningún sueño y pocas aspiraciones.
por ver si llega el tranvía,
poner la radio y sentarme en la mesa camilla
a escuchar las dedicatorias del oyente
y que una de las muchas chicas que me gustaron
me dedique un bolero miserable, un buen bolero,
una de esas canciones cochambre
que dudas si la bailas o la lloras
a solas en la brevedad de tu cuarto
o intentado desabrochar un sujetador
esa prenda cerrada con tan mala leche
para los niños de ayer recién calientes.
Tengo ganas de que lleguen los fríos
aunque ya no tenga fogón en la cocina
en donde mis vecinas reblandezcan la cera
para depilarse las piernas con la falda levantada
sin percatarse del muchacho que las espía.
de rodillas y sin entender el misterio
como cuando ayuda al cura en misa.
Tengo ganas de buscar en la mesilla de mi padre
la revista francesa de la no entiendo las palabras
pero en que una chacha friega el suelo
y se le ven unas bragas muy extrañas
luego se va quitando toda la ropa
fotograma a fotograma
hasta que se le ve el matojo de la taquicardia.
Tengo ganas de regresar
para rellenar en el álbum algunos huecos
porque tengo un agujero de papel en el alma
que me duele como las ausencias
en las bodas y en los entierros.
Yo fui de los niños,
que no completaron ninguna colección de cromos,
casi ningún sueño y pocas aspiraciones.
En noviembre,
cuando los tiempos de maricastaña regresan
un escalofrió me alquila la espalda
y me encuentro en una antigua habitación
pareciéndome en el aire perplejo
al jilguero que observa desde la jaula.
cuando los tiempos de maricastaña regresan
un escalofrió me alquila la espalda
y me encuentro en una antigua habitación
pareciéndome en el aire perplejo
al jilguero que observa desde la jaula.
© Mariano Crespo
Yo lo veo libre.
ResponderEliminarMuy lido poema, me gustó.