Los tedios de estío y las
moscas.
Las tormentas y el escalofrío.
El sendero laboral de las hormigas.
Los tesoros escondidos en los charcos.
Los países de manchas en el techo.
La fiebre bajo la falda de las niñas.
La nieve rota por la orina.
La mirada entreabierta por las puertas.
Las arrugas en la mano del abuelo.
El olor de las castañas asadas.
El miedo al paje real con tu correo.
La muerte y las sombras de la noche.
Los tragaluces cenitales y su polvo.
Los primeros borrones del cuaderno.
La cara pegada al cristal de los tranvías.
El añil en la ropa blanca de la pila.
La gallina en la caja de las galletas.
Los polos de hielo con sabor a menta.
Los trenes que viajan por las aceras.
La fragancia de pecado de las mujeres.
Las papeletas de la rifa de los bares.
La explosión dulce de las gaseosas.
Las propinas monaguillo de las bodas.
El castigo de rodillas en el patio.
El aroma de la ropa y los membrillos.
Las lagrimas que coleccionan las almohadas.
Las tormentas y el escalofrío.
El sendero laboral de las hormigas.
Los tesoros escondidos en los charcos.
Los países de manchas en el techo.
La fiebre bajo la falda de las niñas.
La nieve rota por la orina.
La mirada entreabierta por las puertas.
Las arrugas en la mano del abuelo.
El olor de las castañas asadas.
El miedo al paje real con tu correo.
La muerte y las sombras de la noche.
Los tragaluces cenitales y su polvo.
Los primeros borrones del cuaderno.
La cara pegada al cristal de los tranvías.
El añil en la ropa blanca de la pila.
La gallina en la caja de las galletas.
Los polos de hielo con sabor a menta.
Los trenes que viajan por las aceras.
La fragancia de pecado de las mujeres.
Las papeletas de la rifa de los bares.
La explosión dulce de las gaseosas.
Las propinas monaguillo de las bodas.
El castigo de rodillas en el patio.
El aroma de la ropa y los membrillos.
Las lagrimas que coleccionan las almohadas.
No sé qué escribirán los
poetas del futuro
sin estos mis tesoros
almacenados de la infancia
ahora que los niños
ven la vida en las consolas.
sin estos mis tesoros
almacenados de la infancia
ahora que los niños
ven la vida en las consolas.
© Mariano Crespo
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