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sábado, 10 de octubre de 2015

Coño


Tembloroso,
debutante,
en el bautismo de la adicción
que se puede abandonar
pero de la no se sale.
Aquella primera vez
que ves el tesoro,
el coño,
-contemplas y temes
esa palabra tan áspera
para tan delicado hospedaje-
es la caída del telón
de la comedia inocente.
El inicio de la épica. 
Y en las siguientes
primeras comuniones,
tampoco aparece dios 
por el jardín prohibido,
porque todo paraíso es hostil
para sus descubridores.

Van transcurriendo lunas
hasta que reconoces flores,
conchas, ríos, estrellas, 
monigotes. 
Eclipses de ego 
con fuegos de artificio
que suenan lo justo 
para cubrir los jadeos.

El tesoro del cíclope,
el maná del errante,
el salario del tedio.

Es lo que tiene el Edén
y el infierno
que, a primera vista, 
no se reconoce, 
será por el pelo,
será por el fuego,

será porque somos miopes.
Perplejo, 
todavía debutante, 
terminas por ser un feliz ciego.

© Mariano Crespo© fotografía de David Hamilton 

jueves, 8 de octubre de 2015

Celos



La mañana y yo salíamos
por la misma boca de metro
que no presagiaba mala jornada.
"A mí no me hablas 
con la alegría que a ella".
Un joven reprochaba a una muchacha,
con la ira de los brazos como ramas
agitadas por el aborrecimiento.
Tuve la tentación de seguir tras su desdén
por ver cuando llegaba
el final de sus tiempos,
el precipicio atardecer del desencuentro.
Se quedó de visita la tristeza
en el estomago 
hasta la hora del almuerzo.
Los celos de Caín,
de cada día nuestro padre nuestro.
Nadie se libra de de una toma falsa 
en la película sublime del amor.
Todos olvidamos sin éxito un secreto.

© Mariano Crespo


miércoles, 7 de octubre de 2015

Flor negra



La perversidad es tan útil como despreciable
pero en nuestro lado inteligente 
tenemos un yo mezquino 
por el que además de vida sexual 
en las fronteras con alambres
seguimos vivos y clarividentes
como hijos de puta amables.

Atraen los hombres lejanos
y las mujeres distantes. 
Los borrachos tienen prestigio en los bares
y en los burdeles lloran los autores 
de catecismos morales. .

Nadie es profeta en su tumba,
tenlo en cuenta antes de no quererte 
o de empezar a acusarme.

Muchas noches, 
tras la función, 
muchos destilamos vinagre. 
Lo sé y tú lo sabes.

Y es entonces cuando las vírgenes 
nos muestran el sexo 
y hacemos amistad con nuestro gánster.

© Mariano Crespo


Clandestinidad


Como el tuyo, 
mi inglés es de vergüenza,
miento en los currículos
y llamo inteligentes a las guapas
mientras las miro las tetas.

Puedo llegar a un grupo 
y decir lo que quieren oír.
He escrito en los exámenes 
lo que los profesores 
esperaban que contase. 
Elegí palabras ajenas en poemas 
pensando en una mayoritaria
audiencia.

Ese no soy yo.
Ese no es mi pensamiento.
Eso no es poesía.

La razón social me sirve 
para saber que la soledad es dura 
y que uno siempre es un clandestino 
al que a veces,
gracias al amor, 
pillan.


© Mariano Crespo

martes, 6 de octubre de 2015

Venecia contigo


De todos los caminos que conozco 
que conducen a tu casa, 
el que más amo es el del deseo, 
el que más transito, el de la ausencia.
Dos humedades de distinta naturaleza.

Pero creo que debe ser así, amor, 
porque no concibo autopistas en Venecia.


© Mariano Crespo

lunes, 5 de octubre de 2015

Carta



Amor mío, 
te pienso sobre un papel en blanco 
sin herirlo con palabras,
porque con los años me atrapa 
un temor a vestirme 
y quedarme desnudo
un desamparo sin bufanda de invierno, 
un párrafo sin adjetivos,
un perro sin caricias de ciego.

Tal vez sea 
porque ahora,
- cuarenta años tras la toma del veneno -
ya sé qué significa te quiero,
y no lo escribo en vano
ni gasto besos en despedidas
ni tomo trenes en los aeropuertos.

Por lo demás, 
no te cuento
que zurcí el bolsillo donde guardo el cariño
y que ya solo despliego las alas cuando vuelo.

El amor es parco, 
le bastan cuatro letras para cobijar el misterio,
para nombrar el jardín,
para sellar con la boca un pacto eterno. 

Te pienso en silencio
como un pájaro cansado 
como un sabio frente al mar 
como la luna tras el eclipse,
como la ceniza de un orgasmo,
que fue tormenta y luego fuego
y, al séptimo día, tú y yo, barro.

Amor mío, dolor mío, te hablo cuando me callo.


© Mariano Crespo

viernes, 2 de octubre de 2015

Chanson d’amour


Si escuchas canciones en francés 
y sabes que son de amor
aunque no sepas lo que significa estrategia, 
no ignoras lo que indagan mis ojos 
cuando los miras y respondes tal vez 
pero no ahora, 
cierras el escote y cruzas las piernas.

Das una calada al pitillo
coges el bolso 
pides la cuenta 
y sales con la certeza 
de que no vas a llegar sola a la puerta.

Los furtivos y las mujeres 
que retan con la mirada
saben que les persiguen 
sin necesidad de darse la vuelta.

Las palabras son un estorbo 
cuando la música invita a romper la tregua.

Al contrario que la luna 
no me cambiaste por cualquiera.

Me hechizaste con una canción,
de la que he olvidado la letra
con todo el cuerpo menos la lengua.

© Mariano Crespo