Por qué será que estos atardeceres
de la inteligencia artificial
nos hacen presagiar
las noches con candiles
y el color sepia
en nuestros retratos,
entre sombras lúgubres y hostiles.
No somos dueños de nada
de lo que estamos pagando
y estamos en la ruina
por comprar lo que nos está arruinando.
No es nuestra la casa,
ni la tierra,
ni la borrica
ni la central de datos.
No es nuestra la calle
ni la palabra
ni el software
ni el trabajo.
Nuestro latifundio es la extensa geografía
de la deuda a largo plazo.
Los herederos de la bancarrota
los accionistas del banco malo.
¡Lagarto, lagarto!
Cuando habla el Fondo Monetario Internacional
me parece estar oyendo a Nostradamus.
Cuando cabalgan los cuatro jinetes del Apocalipsis
a las palabras de los sabios las ahogan sus cascos.
en nuestros retratos,
entre sombras lúgubres y hostiles.
No somos dueños de nada
de lo que estamos pagando
y estamos en la ruina
por comprar lo que nos está arruinando.
No es nuestra la casa,
ni la tierra,
ni la borrica
ni la central de datos.
No es nuestra la calle
ni la palabra
ni el software
ni el trabajo.
Nuestro latifundio es la extensa geografía
de la deuda a largo plazo.
Los herederos de la bancarrota
los accionistas del banco malo.
¡Lagarto, lagarto!
Cuando habla el Fondo Monetario Internacional
me parece estar oyendo a Nostradamus.
Cuando cabalgan los cuatro jinetes del Apocalipsis
a las palabras de los sabios las ahogan sus cascos.
© Mariano Crespo Martínez
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