Hay mañanas
de sábanas húmedas
en que despierto en París
a la orilla izquierda del Sena.
Hay noches
en que me recojo
bajo la luna persa
en un tálamo de seda.
Mis tardes
son de paseo en el Danubio
de azul vals o blues
saxo callejero de Viena.
A los amantes sedentarios
nos delata el acordeón
desafinado y gruñón
de una imaginación viajera.
Es la maldición
del que cierra un libro
abre los labios y besa.
© Mariano Crespo
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