No puede negarte
que la vida es una colección
de velas apagadas
que soplé con emoción
durante años
y ahora son un catálogo
de deseos que ya no ilusionan
porque uno pide a la vida
muertes a plazos
y eso además de estúpido
es un contrato de alquiler en la nada
sin derecho a balcón exterior.
En realidad no puedo negarte
porque llegaste como una diosa
al génesis de mi barrio
y en la bóveda oscura de mi túnel
dijiste: Hágase la luz.
Y con ella encontré la pieza de sonrisa
que faltaba al rompecabezas de mi cara
y que mi crucigrama cobraba vida
rellenando las dos casillas vacías
con el perfumado pronombre
tú.
No puedo negarte,
pese a todo,
que nunca estuviste en mi cabeza
cuando cerraba los ojos
y mi aliento extinguía el tenue
incendio de las velas sobre el dulce
circular de un planeta
que se quedaba sin luz.
No puedo negarte
que eres el fruto
de ese raro sentido del humor
del destino
para con los que en el escaparate
de la vida
siempre se fijan en lo que no precisan
y llevan una brújula
con el norte en la perdición.
No puedo negarte,
no debo ni quiero.
Aunque solo sea
porque eres mi afirmación.
© Mariano Crespo
que la vida es una colección
de velas apagadas
que soplé con emoción
durante años
y ahora son un catálogo
de deseos que ya no ilusionan
porque uno pide a la vida
muertes a plazos
y eso además de estúpido
es un contrato de alquiler en la nada
sin derecho a balcón exterior.
En realidad no puedo negarte
porque llegaste como una diosa
al génesis de mi barrio
y en la bóveda oscura de mi túnel
dijiste: Hágase la luz.
Y con ella encontré la pieza de sonrisa
que faltaba al rompecabezas de mi cara
y que mi crucigrama cobraba vida
rellenando las dos casillas vacías
con el perfumado pronombre
tú.
No puedo negarte,
pese a todo,
que nunca estuviste en mi cabeza
cuando cerraba los ojos
y mi aliento extinguía el tenue
incendio de las velas sobre el dulce
circular de un planeta
que se quedaba sin luz.
No puedo negarte
que eres el fruto
de ese raro sentido del humor
del destino
para con los que en el escaparate
de la vida
siempre se fijan en lo que no precisan
y llevan una brújula
con el norte en la perdición.
No puedo negarte,
no debo ni quiero.
Aunque solo sea
porque eres mi afirmación.
© Mariano Crespo
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