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jueves, 6 de marzo de 2014

Patio interior


La felicidad 
es, a menudo, 
el ansia de plagiar 
el libro de familia 
de un prójimo. 

Una envidia de papel couché 
y un zurcido para nuestro roto. 

Siempre parecen más elegantes
los fracasos de los otros
y el olor que despedimos
no nos alerta el olfato.

El morbo ajeno somos nosotros
porque las leyendas
tienen a la envidia por tinta
y por cronistas de infamias
a los amos de los espejos rotos.

El dolor
es, a menudo,
mudo pese a los gritos
que escucha el vecindario
y el ruidoso trino de los pájaros.

En los patios interiores
transitan la curiosidad azul de los poetas
y la eterna sospecha amarilla
que carcome el ojo del espía.

© Mariano Crespo

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