El deseo
da pavor, como los terremotos,
en el epicentro.
Llegar a ese lugar
tan convulso e íntimo
en donde se escriben
epitafios y versos
y se rasga el velo del templo.
Donde el sabor tan carnal de la fruta
y el olor frutal de tu pelo
haciendo a la carne verbo.
© Mariano Crespo
No hay comentarios:
Publicar un comentario