A quién le importa lo que yo pienso.
A mí, desde luego, cada día menos,
Y cada hora más por qué lloran los niños
y dónde está la diosa que reparte los recuerdos
que humedecen la mirada de los viejos.
Y me preocupa la epidemia de tristeza
la rutinaria lealtad al desencanto
la falta de condimentos en los besos
el exceso de ensayo de la muerte
cuando la muy puta siempre termina improvisando.
Me sorprendo luego existo.
Estoy vivo
y mi curiosidad
es si es así o así me pienso.
A quién le importa la lluvia cuando está en el teatro.
A quién le emociona la música ausente del concierto.
© Mariano Crespo
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