A las mujeres nunca se las
conoce
como bien saben los que conocen de mujeres.
Sin ir más lejos, yo soy un descolocado.
como bien saben los que conocen de mujeres.
Sin ir más lejos, yo soy un descolocado.
Yo ruego a los dioses que
antes de abrir la boca
su planeta conjugue su órbita con mis giros.
Lo contrario son las hecatombes cósmicas.
Cuando ofreces una aventura
y ella está pensando en el nido,.
Cuando entregas cobijo
y ella quiere espacio.
Cuando brindas tu mejor palabra
y su copa espera tu más ajeno silencio.
Sé lo que digo cuando hablo de esto
porque he comprado el mar para regalarlo
a mujeres que salían de un naufragio
o prendido el fuego de mis deseos
a alguien recién dada de alta
de la unidad de quemados.
su planeta conjugue su órbita con mis giros.
Lo contrario son las hecatombes cósmicas.
Cuando ofreces una aventura
y ella está pensando en el nido,.
Cuando entregas cobijo
y ella quiere espacio.
Cuando brindas tu mejor palabra
y su copa espera tu más ajeno silencio.
Sé lo que digo cuando hablo de esto
porque he comprado el mar para regalarlo
a mujeres que salían de un naufragio
o prendido el fuego de mis deseos
a alguien recién dada de alta
de la unidad de quemados.
A las mujeres nunca se las
conoce
como bien saben los que conocen de mujeres.
como bien saben los que conocen de mujeres.
Ruego a los dioses que antes de pronunciar palabra
me esté escuchando una de esas señoras
que ríen y disfrutan con hombres descolocados,
y que mienten con elegancia y descaro
cuando susurran que cómo sabes lo que está pensando.
© Mariano Crespo
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