Cuando tenía un alma con
coreografía de estreno en Broadway.
Cuando creía que el mundo
era transformable como un mecano.
Cuando era defensor de
oficio de todos los culpables.
Cuando creía en los dioses
pero me dormía en las iglesias.
Cuando saltaba por la
ventana por temor a las puertas abiertas.
Cuando tramité el
salvoconducto para poder llegar a don nadie.
Cuando bailaba con chicas que se llamaban Ginger Rogers
en la cubierta de un barco ebrio admirador del Titanic.
en la cubierta de un barco ebrio admirador del Titanic.
Cuando caía la noche y
toda mujer era una posibilidad de pirotecnia salvo las muertas.
Cuando dormitaba en el
jardín de mi cerebro una imaginación sin plagios.
Cuando poseía la
curiosidad de los cachorros y la inseguridad de los funambulistas aficionados.
Sueño arriba o abajo, -se me paró el reloj imaginario-
fue cuando me sorprendió la madurez
huyendo de la estabilidad
y queriendo una vida estable.
fue cuando me sorprendió la madurez
huyendo de la estabilidad
y queriendo una vida estable.
Han pasado desde mi refundación
trenes que no he cogido
y aviones de los que me apeé en marcha.
trenes que no he cogido
y aviones de los que me apeé en marcha.
Han pasado mis posguerras
pero todavía no he alcanzado la paz.
Ahora quiero ser bueno
y, a ser posible, sabio.
y, a ser posible, sabio.
Esas personas que se conforman
con lo que tienen
y alcanzan a conocer a qué han venido
y por qué y cuándo conviene marcharse.
con lo que tienen
y alcanzan a conocer a qué han venido
y por qué y cuándo conviene marcharse.
Con un asomo de tristeza,
amor,
porque nunca llegaré a ser bombero, ni Gulliver ni mi padre.
porque nunca llegaré a ser bombero, ni Gulliver ni mi padre.
© Mariano Crespo
© fotografia. LAS ACEITUNAS DE CÁDIZ. Paloma M. Barroso
© fotografia. LAS ACEITUNAS DE CÁDIZ. Paloma M. Barroso
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