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domingo, 19 de abril de 2015

Infierno


Un día me llamaron para comunicarme

que habían aprobado la plaza de la Residencia 
que solicité para mis padres. 
Ellos habían cometido el grave error 
de morirse unos meses antes. 
No supe que contestar,
pero tras ese instante 
albergo la sospecha 
de que hay recados que llegan 
desde ese oscuro sitio 
de ese ámbito abominable
que archiva las fotos de boda 
de los divorciados,
el altar del desamor eterno,
los patucos del niño 
que naufragó en el parto. 
Yo, perdónenme, no soy creyente,
pero, olvídense de mí
si buscan un ecuánime que el infierno niegue



© Mariano Crespo

sábado, 18 de abril de 2015

Sueño


Las damas cimbreaban los abanicos para darle viento al tedio.
Era el preludio en re menor para un siglo venidero.
Creo que dieron en llamarle el del progreso.
Ella se desabrochó la blusa 
y, sin pudor, me dejó el corazón al descubierto.
Ella, coqueta y plural, como un centro de flores,
tiene todos los nombres del universo y de todos los jardines 
el tránsito de los tiempos.
No me pregunten como concluye el sueño.
Hace varias lunas que no me despierto.
Ni estoy en ello.
Los vapores de la fuente del delirio me regalan días bellos.
Me llamaban Amor 
y hay cabezas en las que dan por por muerto
desconociendo, incautas, 
al desabrocharse la blusa, 
que a su corazón le tengo puesto precio.


© Mariano Crespo

miércoles, 15 de abril de 2015

Mentir mirando a los ojos




                          “No cabe otra explicación, vida mía,
                           no le des más vueltas, sencillamente
                               se nos subió el amor a la cabeza”
Febrero” del poemario "Palabras para conjugar tu nombre"
                                        FRANCISCO MORA

Sabes, amor, ya cumplí la edad de los boleros.

Te sienta bien el violeta ciñendo el canon de mi deseo.

Los nardos están secos en la guía de los teléfonos.

Mis años ya tienen aledaños y una melodía por un euro.

Me siento tan feliz en este asqueroso charco 
que se me está licuando el alma y tengo rostro de sapo.

El mono desciende de mí y yo del árbol.
Soy insecto entre las flores
y por los alerones del tejado soy pájaro.
Pan caliente leo entre horas 
y vino blanco.
La tarde me regala el olor de los naranjos.

Los boleros hacen lo que no siempre logran los tahúres,
mienten mirándote a los ojos.

Así que si te roban un beso, no te apures,
tan solo es comienzo de los daños
porque te van a dejar el corazón para despojos.

Miénteme, amor, mirándome a los ojos 
los boleros han cumplido mis años.


© Mariano Crespo

lunes, 13 de abril de 2015

Salvoconducto


Uno empieza a entender 
que el mundo es una fila en desorden 
cuando viaja en maletas de mujeres 
que tienen por rutina perder el equipaje
o, como en las tribulaciones de un globo, 
empiezan a soltar lastre,
Dado que nadie respetable, 
con vocación de víctima, 
nace con experiencia laboral 
de bombero, con última residencia 
conocida en cualquier desastre,
comienzan a suceder peripecias 
para las que careces de palabra
que las bautice y dé nombre
tan solo signos de interjección 
y alguna blasfemia sin dioses.
Uno empieza a entender 
de qué va este extraño pasatiempo 
cuando una de esas mujeres 
que te dejó en una consigna,
reaparece por el reloj de arena,
abre la puerta y te pregunta
dónde estuviste durante esa ausencia
que le destrozó las vísceras
y acostumbraron al hielo sus venas.
La salvación es que has aprendido 
el salvoconducto, la contraseña:
esperando, amor, a que volvieras,
no concibo el mundo sin tu presencia.
En ese momento uno ya ha entendido 
que siempre hay alguien que gira la ruleta 
o empieza a repartir cartas 
de una baraja vieja de estreno 
como esa estación de vías muertas 
que renacen e inauguras cada primavera.


© Mariano Crespo

viernes, 10 de abril de 2015

Patrimonio


Mi padre supo adaptar sus ambiciones 
a la realidad. 
Una costumbre en declive.
Para vivir aventuras ya estaba el cine. 
Escribió a todas las estrellas del celuloide 
y recibió fotos firmadas 
y sobres con sellos del imperio
que guardaba en una caja 
junto a la de los gusanos de seda 
y la de las piezas del curso 
de radiotécnico por correspondencia,
con las que hizo el aparato de radio 
más dotado de transparencia.
No sintonizaba la libertad
pero olvidaron enviarle la tapa
y al milagro se le veían las tripas 
y a los locutores el guión y la garganta..
Os dije que adaptó sus ambiciones 
a la realidad pero no olvidó 
en su precaria tramoya 
su pasión por el celuloide, 
Invitó al cine a dos mujeres. 
Luci dijo que no.
Sí, dijo mi madre.
Ninguna carta de amor
puedo atribuir mi padre 
pero les juro que si veías 
con mi madre una película 
antes de que hubiera un crimen 
ella ya denunciaba al culpable, 
y sabía quien iba a ser besada
y el que iba a morir el primero
cuando se acercaba un desastre.
El siguiente plano que recuerdo 
de mi padre, en esta película 
tan extrañamente montada
es su mano tibia en invierno
llevándome al cinerama 
-él tan poco conquistador-
a ver "La conquista del Oeste"
con una invitación de butaca 
y mi pelo húmedo peinado a raya.
No se sí he sabido explicarme
sobre los remotos orígenes 
de mi culto por el cine 
de mi devoción por la radio
y el amor cómplice por mi padre.
Les ruego encarecidamente, 
como en los locutorios de radio
o en las salas de cine, 
que antes de leer el poema 
procedan a apagar los móviles.


© Mariano Crespo

domingo, 5 de abril de 2015

Cordura


No cualquiera se vuelve loco, esas cosas hay que merecerlas.
Julio Cortázar

Quiero que me recuerden por cordial, no por cuerdo.

Solo fuera de lo razonable encontré la fiesta.
Ahora que los locos son todos presuntos, 
yo me declaro desde ahora mismo culpable. 
Dementes fueron mis cómplices 
y encontré tu sexo en mitad de la demencia. 
Quiero que me recuerden por cordial, no por cuerdo,
porque hay que tener corazón de ángel 
y amnesia temporal de elefante en celo
para ir por ahí perdiendo la cabeza.

También quiero merecer que me recuerden,
sin más,
a secas.


.© Mariano Crespo

jueves, 2 de abril de 2015

Amargura


La amargura 
es el sedimento de derrotas en batallas
- ciertas o falsas- 
de una guerra no declarada.
La amargura 
necesita, como la lucidez, 
más de dos copas 
para salir de su cueva. 
La amargura 
es fea como la pobreza 
y los últimos clientes de las fiestas. 
La amargura 
hace del alfabeto de la blasfemia 
su lengua contra el destino, 
La amargura 
no hace prisioneros 
salvo el poseedor de ese veneno
y la miseria que siembra
agarra mejor en la mala tierra. 
La amargura 
es una enfermedad sin pócima 
porque aunque el paciente 
no tenga problemas 
si observa a alguien más feliz 
se expande como el rescoldo 
y desde el cerebro al corazón 
todo lo bello se quema. 
Pese a ello 
los que regresan de ese viaje 
por la estepa helada
del abatimiento 
tienen brillo de ángel en los ojos 
y destilan el perfume 
de los resucitados, ,
de las flores nacidas en el desierto.


© Mariano Crespo