Las damas cimbreaban los
abanicos para darle viento al tedio.
Era el preludio en re
menor para un siglo venidero.
Creo que dieron en
llamarle el del progreso.
Ella se desabrochó la
blusa
y, sin pudor, me dejó el corazón al descubierto.
y, sin pudor, me dejó el corazón al descubierto.
Ella, coqueta y plural,
como un centro de flores,
tiene todos los nombres del universo y de todos los jardines
el tránsito de los tiempos.
tiene todos los nombres del universo y de todos los jardines
el tránsito de los tiempos.
No me pregunten como
concluye el sueño.
Hace varias lunas que no
me despierto.
Ni estoy en ello.
Los vapores de la fuente
del delirio me regalan días bellos.
Me llamaban Amor
y hay cabezas en las que dan por por muerto
desconociendo, incautas,
al desabrocharse la blusa,
que a su corazón le tengo puesto precio.
y hay cabezas en las que dan por por muerto
desconociendo, incautas,
al desabrocharse la blusa,
que a su corazón le tengo puesto precio.
© Mariano Crespo
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