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martes, 5 de febrero de 2013

Notas para un manual de Óptica (I)



No he estado entre las opciones preferentes
de las mujeres con mucha vista.
La hipermetropía del éxito.
Nunca hice el amor más arriba de un piso séptimo.

Quiero decir que no soy muy partidario de ellas
y un mal partido.

Si el amor no fuera ciego sin título
de ciego, creo que hubiera estado más solo
y tal vez fuera un viejo huraño.

Un niño herido.


Mi abuelo fue un hombre feliz
al que siempre engañaron los gitanos
cuando cambiaba la borrica.

Nunca fue un entendido.

En el pueblo decían que no tenía ojo para el ganado
pero nunca dimos tierra a una burra.

Mi abuelo miraba el alma no la dentadura,

En el pueblo todas las mujeres tenían ojo para los hombres.

Ninguno se ha fugado con una rusa.

Ninguno valdría para cura.

Las mujeres del pueblo miraban el trabajo
y que el sudor de la faena las pusiera húmedas.

Las mujeres del pueblo volaban al ras del suelo.


La vida me dotó de buena vista para la navegación.

He oteado los naufragios,
como casi todos los que cuentan penas
en las tabernas del puerto.

Me faltó el instante de prudencia
para no invitar a la última ronda a las sirenas.

Tengo buena vista para las salidas de emergencia
por eso sigo vivo.


Me ha gustado la farsa y la magia,
la que improvisa la luz tenue de la luna,
los candiles fundidos de la noche.
No he cantado con la tuna
pero, como todo bohemio,
hice de la necesidad derroche.


Siempre te calan las tormentas anunciadas.
No haría falta decirte
que tienes necesidad de calarte, por eso te empapas.


La precaución es una mujer que no bebe y siempre anda borracha.


Todo funciona en la vida mientras no leas el manual de instrucciones.


Hasta que conoces a los impostores de oficio

la impostura es seductora como las mujeres miopes.

La vista se educa en los colegios de pago.
Colegios que en los que en clase de lengua enseñan a guardar silencio.
En el taller de Justicia rezan oraciones.
En la hora del recreo intercambian los teléfonos.


Si hay un ciego en los barrios ricos es porque vende cupones.

Las ventanas de las Oficinas de Empleo
están en los pisos bajos para ofrecer como, nubes sin cielo,
la calle, los bancos públicos, las alcantarillas y las cacas de perro.


Jamás vi un comedor de caridad en el ático de los rascacielos.


© Mariano Crespo Martínez





                        

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