"Despues de que Kafka la hubiera superado, la frontera de lo inverosímil quedó sin policiás, sin aduaneros, abierta para siempre".
La frontera de lo inverosímil ya no está vigilada. El telón
MILAN KUNDERA
A P.M.B. que ama el realismo hasta el delirio.
Cuando Luis Bárcenas, el conocido insecto,
se despertó una mañana, después de un sueño intranquilo,
sobre su cama, convertido en un ciudadano dilecto,
advirtió que la lectura de Balzac, Flaubert o Proust
era un conjuro literario de inmediato efecto.
Comprendió que si elevaba su talla moral
empequeñecía su seguridad,
tras contestar al teléfono.
Tenía boca, Podría decir verdad.
Luego, era infinitamente más molesto.
© Mariano Crespo Martínez
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