Qué te pudiera abrir con una mano.
Qué te pudiera cerrar con los labios.
Qué hay tras la quietud de los álamos.
Qué leve es la huella de mis pasos.
Qué profundo el mar
y estéril el fracaso.
Los peces, incluso cuando hablan, siempre callan algo.
© Mariano Crespo Martínez
Amores nocturnos de un marinero.Precioso poema.
ResponderEliminarEs la primera vez que visito su blog y no será la última. Un placer leer sus versos. Blanca.