Para un trasplante con viabilidad
de vida sentimental ajena
no aceptarían mi corazón en prenda.
Mi generosidad echó el resto
cuando fui donante del banco de besos
para la transfusión de labios secos.
Fue cuando era joven y desconocía,
incauto, que vienen numerados, con cupo,
y se oxidan al caducar la garantía.
La lluvia y el paso del tiempo depredan a los besos.
© Mariano Crespo Martínez
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