Nunca debí dar confianza a
los espejos
porque solo te hiere quien te conoce.
El mío me devuelve esta noche
la imagen de una estatua ecuestre
a la que un dios revoltoso
retiró el caballo de repente.
porque solo te hiere quien te conoce.
El mío me devuelve esta noche
la imagen de una estatua ecuestre
a la que un dios revoltoso
retiró el caballo de repente.
Como un beso sin horizonte
abandono la piedra y retorno
al abuelo, el niño y un juguete
abandono la piedra y retorno
al abuelo, el niño y un juguete
© Mariano Crespo
Un espejo, refleja una cara, que jamás antes había mirado a un espejo, sintiéndose, esta, la única cara visible.
ResponderEliminarUn espejo, no dice por decir, ni sostiene el gesto...
Gracias. Me gustan las opiniones de quien en cualquier momento se convierten en espejos.
ResponderEliminarProcuro aprender de todo y de todos (bueno, de algunos más y de otros, nada), pero he de decirte, que leyéndote, he aprendido, que una historia, por pequeña e intrascendente que pueda parecer, puede convertirse en una vivencia compartida, y huele y toma formas. Digo poco, pero solo lo digo cuando, cuando y a quien quiero. Eres un magnífico poeta,
ResponderEliminarCreo que se me ha colado un cuando de más...
EliminarYo creo, que, quitando uno pocos bendecidos por los dioses, hay grandes poetas que levanten ese consenso alrededor. A mí me basta con que haya unos pocos lectores (si son más, mejor) a los que provoque emociones y pensamientos y me incluyan en la nómina de sus amigos íntimos a quien ni siquiera conocen. Un beso.
EliminarVolver a la inocencia. Besos.
ResponderEliminarMuy bello, enhorabuena¡