Era 1974
y en París
me cobijé en un bar
en el que cada noche
celebraban el nuevo día
con las doce campanadas.
Allí me besó una desconocida
en francés,
idioma en el que había sacado
siempre una buena nota
pese a que no sabía meter la lengua.
ni siquiera en la boca.
y en París
me cobijé en un bar
en el que cada noche
celebraban el nuevo día
con las doce campanadas.
Allí me besó una desconocida
en francés,
idioma en el que había sacado
siempre una buena nota
pese a que no sabía meter la lengua.
ni siquiera en la boca.
Era 1974
y un año después
se murió un déspota.
y un año después
se murió un déspota.
Alguna vez he pensado
que tal coincidencia
no hubiera sido casual
sino fruto de un deseo
solicitado a la luna parisina
por aquella chica hermosa.
que tal coincidencia
no hubiera sido casual
sino fruto de un deseo
solicitado a la luna parisina
por aquella chica hermosa.
Porque yo, como hombre que soy,
no puedo pensar
y mucho menos desear
al mismo tiempo
dos cosas.
no puedo pensar
y mucho menos desear
al mismo tiempo
dos cosas.
© Mariano Crespo
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