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martes, 9 de enero de 2018

Panfleto


Para Manuel Rico y su nueva nieta

Dejamos de mirar el horizonte
-a no ser como posibilidad de fuga-
cuando empezamos a temblar.
Si el miedo se nos instala
nos volvemos a encerrar en casa
y escondemos los sueños en el desván.

También se nos empequeñecen los lugares,
somo nacionalistas, pueblerinos,
individualistas y hasta le ponemos
bandera a la nada para que tenga identidad.
El pánico al otro no hace distingos,
y ya no conocemos ladramos al azar.

Cada día hay más muertos
más fugitivos de conflictos
más desterrados por las hambrunas
a los que no dejamos ni navegar.
La exclusión ha llegado hasta el interior
de los países prósperos
que no constituyen estados sólidos
sino, como piratas, guaridas
en cualquier paraíso fiscal.

Las organizaciones que surgieron
para mediar en los conflictos
tras la segunda guerra mundial
son cada vez más más simbólicas
y como los abuelos, un sitio para recordar.

En esas circunstancias,
con los sindicatos covertidos en
desbordados muros de contención.
Gobernados por por siglas
y por algoritmos y sistemas
en cuarteles con ordenador,
a veces pienso no sé si como defensa
que hoy más que en ningún momento
es necesaria la patria de la humanidad.
No ignoro qu en nombre de grandes sueños
se cometieron genocidios
y que el delirio de las ilusiones
termina en la cúspide de la barbaridad,
Pero nos están rompiendo el planeta ,
somos cada vez más los que somoS menos
e intuimos que pronto sobraremos
consumimos y no se necesita
quien fabrique nada más que los esencial.

En estás circunstancias de mi vida,
de la de mis hijos y de los hijos de los demás
-no sé si me estaré haciendo viejo-
me parece que tengo derecho,
a volver a buscar información
de fuentes no oficiales.
que vea con nostalgia la radio,
Que, aunque me caiga simpático el papa,
el Vaticano forma parte del problema.

A que se me escape una lágrima
y comience a entonar la Internacional.

Mariano Crespo


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