Estaba cabizbajo.
Comprobaba si el vaso bailaba tango
haciéndole girar locamente en las manos.
Le acompañe en el sentimiento,
o sea, triste y borracho.
Pasaron varias rondas sin mensajes.
Nunca te vayas a la cama con una mujer
que te ha llorado de otro hombre, me dijo.
Se levantó sobre su noche lápida.
Te despertarás
y notarás en el olor de las sábanas
que han asesinado a otro hombre
y el arma homicida es tu sexo.
Salió a la calle con la alegría de espíritu
con que se entra en la cárcel.
Es lo único que recuerdo de esa olvidable noche.
Comprobaba si el vaso bailaba tango
haciéndole girar locamente en las manos.
Le acompañe en el sentimiento,
o sea, triste y borracho.
Pasaron varias rondas sin mensajes.
Nunca te vayas a la cama con una mujer
que te ha llorado de otro hombre, me dijo.
Se levantó sobre su noche lápida.
Te despertarás
y notarás en el olor de las sábanas
que han asesinado a otro hombre
y el arma homicida es tu sexo.
Salió a la calle con la alegría de espíritu
con que se entra en la cárcel.
Es lo único que recuerdo de esa olvidable noche.
© Mariano Crespo Martínez
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