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miércoles, 1 de agosto de 2012

Las renuncias



En las fábulas, en los cuentos,
se coloca, generalmente a un niño,
en la encrucijada de ser candidato
a un don o un privilegio,
más tener que renunciar a algo.

Los padres llevados por ese legado,

-los padres educamos por la costumbre
o por mitos no elaborados-
exigimos a nuestros hijos que elijan
y que por descontado
– y ahí está el engaño-
a que renuncien a caminos.

Cuando quise ingresar en un convento
me pedían que prometiese
renunciar a los placeres mundanos.
¡Pero si no conocía ninguno!

Aun ahora, en esta hora de la subida
en que se está al borde del descenso.
tendría dudas insomnes
para renunciar a mi bagaje
fuere malo o bueno,
escrito con tinta y sangre
en la página de los desastres
o en la de los efímeros éxitos.

¡Ay! las renuncias.
El envés con pespuntes del bello traje de la libertad.

A momentos pienso que el orden de la vida
fue escogido en un burdel por un dios ebrio y resentido.
 

 © Mariano Crespo Martínez



                   
                 

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