La memoria de las rupturas es terminal y dramática.
Huele a ceniza donde ardió no solo tabaco.
Recordamos el momento
en que fuimos aplastados
como una vulgar colilla,
y echamos al canasto del olvido
el tiempo que nos consumimos en su boca.
Ese humo que desprende el amor mientras
vienen de ases los dados..
© Mariano Crespo Martínez
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