Las ciudades no están hechas a la medida de mi deseo.
Deambulo por ellas y las calles se extravían
como los niños pequeños
o los paraguas y los recados.
Las estatuas de las diosas me llevan de la mano
y yo las regaño porque
no saben donde está su glorieta
ni el metro más a mano.
Deambulo por ellas y las calles se extravían
como los niños pequeños
o los paraguas y los recados.
Las estatuas de las diosas me llevan de la mano
y yo las regaño porque
no saben donde está su glorieta
ni el metro más a mano.
Mi mala cabeza me priva de la belleza por creer en los planos.
Voy a terminar por llegar a tu casa y ponerme a buen recaudo.
© Mariano Crespo Martínez
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