Ese modo
de desear el suelo
cuando navego el aire.
Esa manera
de añorar el cielo
cuando repto la calle.
Ese contratiempo,
esa infelicidad tan cobarde
de los fugitivos del presente
porque las flores
siempre fueron más frescas mañana,
más maduras cuando reaparecen.
La fragancia es el preludio,
las cenizas,
lo anterior
y posterior
a los perfumes
por más que el olfato te engañe.
Nunca alcanzas a amarme
como sueño que me amarás
como añoro que me amaste.
© Mariano Crespo
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