Las espaldas desnudas de las mujeres
son lisas como llanuras manchegas
o con gotelé y lunares
pero llevan la maldición
de que vestidas son la última postal
de los santos lugares.
El detrás de las mujeres
tiene la enciclopedia
ilustrada del planeta
a fuerza de haberse echado
la historia a cuestas.
Al frente
el fuego volcánico de sus pechos,
el agua salada de su vientre
con el sexo herido,
labrado,
para la simiente.
Y dos botones de gata o faro
que guardan la luz
y la desprenden.
Al frente
de las mujeres
el futuro y el pasado
hecho presente.
Te percatas
de estas bendiciones
cuando las mujeres
te dan la espalda vestidas
porque languidecen
siete de tus siete vidas
y porque
-en la más benigna de las opciones-
se apagan los candiles y te mueres.
© Mariano Crespo
¡Excepcional!
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