Ayer
me vino al recuerdo tu cara y hasta tu nombre
y aquel día en que nos disputamos una mujer
a la caída del plomizo sol de una pasión de verano.
Y también me vino esa rabia
a destiempo que guarda el pistolero
por no haberse detenido en un suspiro
para ser más lento porque mejor muerto que asesino.
Y porque ganar
-lo aprendes tarde-
puede ser el más cruel de los castigos.
y aquel día en que nos disputamos una mujer
a la caída del plomizo sol de una pasión de verano.
Y también me vino esa rabia
a destiempo que guarda el pistolero
por no haberse detenido en un suspiro
para ser más lento porque mejor muerto que asesino.
Y porque ganar
-lo aprendes tarde-
puede ser el más cruel de los castigos.
© Mariano Crespo
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