Foto: Elzabeth Shelley
En contadas ocasiones,
en muy contadas,
la noche abre sus piernas
y al derramar en su seno negro
la templada vía láctea
te es dado sentir tu propia muerte
y aceptarla.
Te abandonas a dormir
plácidamente
como los que conocida
su suerte
ya dejaron en
el universo
a una estrella
ligada a su destino
para proteger su estirpe
con el veneno,
con la manzana,
con la serpiente.
Ya eres un ángel
no sabes si caído,
no sabes ni leal,
no sabes a que señor
debes la vida eterna
de unos cuantos años
o unos pocos meses.
El tiempo
tiene un valor muy inestable:
No olvides
que no tardando mucho
tu reloj
dará la hora a otro hombre.
Y sabes que ya has visto
sus ojos
y sabes lo que él ni siquiera
presiente.
Si te hubieran dicho
hace años
que en eso consiste ser sabio
quizá hubieras renunciado
a este viaje.
Por eso todo llega a su tiempo
y el valor de las cosas
es la última lección
que se aprende.
© Mariano Crespo Martínez
Ahh! qué poema!! para perderse allí/aquí entre esos versos...
ResponderEliminarLas huellas de Poetas De La Ostia, me han traído hasta aquí. Seré su nuevo seguidor. Estupendos trabajos, realmente. ¡Un abrazo grande!
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