Vivo de noche.
-Adoro el álgebra-
No sé por qué me llaman lunático.
-Abomino la sopa fría de estrellitas-
Solo quiero ver lo que es luz llena.
-Las luces fluorescentes hieren-
Una luz que crece
-Los pasillos son como un ajedrez.
y que también mengua.
Que me llamen noctámbulo.
Nocheo de vida.
Alunizo en plenilunios.
Tengo cara oculta.
Estaba solo como ella.
Y ella vino en septiembre,
luna roja de carmín,
luna negra.
Sus labios atacaron mi boca
que sorprendida, desarmada,
saco bandera blanca
y se rindió a su beso
como una anexión
de saliba y espuma.
Ahora soy el amante
prisionero de la luna.
Pero no se asusten.
-el médico viene por las mañanas-
Si me conocieran bien
-las monjas son putas y malas-
me llamarían vidático.
- no me gusta que me den corrientes en la cabeza-
De vida llena.
-tengo una estampa de la virgen del Carmen-
De vida que crece.
-los domingos ponen paella-
De vida que también mengua.
No se enamoren de la luna,
es lunatíca pérdida
y la pobre no lo sabe,
y estos hombres que se rien
también lo ignoran.
Pero al amanecer me dan leche templada,
blanca como mi luna,
y unas lunitas llenas, pequeñas
en desayuno, comida y cena.
© Mariano Crespo Martínez
Gran homenaje a tantos "vidáticos" encerrados que deambulan por pasillos angostos matados por luces fluorescentes.
ResponderEliminarDemoledor. Triste. Grande.
Gracias, Mariano.