Aquí, en la desolación y la mugre,
que masculla su desgracia
y no tiene capitanes
ni brújula,
ni religión
ni profetas.
Aquí, el viento traidor
levanta las faldas al sistema
y descubrimos que está privado de sexo
como sabíamos que carecía de ética.
Transitamos por un lugar intransitable
y lo que va a ocurrir carece de presagios
concluyentes como columnas o cabos
para sostenerse o aferrarse
a algo más sólido que un sueño
e igual de bello.
Un sitio en donde
depositar nuestro postrero beso,
Un paraje dotado, amor,
de la elegancia
sutil de tu cuello.
Va a suceder un gran suceso
pero no alcanzamos aun a conocer
si sacar la ropa de guerrero, la mortaja,
o el traje de los domingos con manchas de vino
que llevamos al tinte
la víspera de nuestros contentos.
A silencio de trompetas suenan estos vientos.
© Mariano Crespo
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