Un día suspendieron
los autobuses
y los hombres siguieron en las paradas
aguardando.
Esa esclavitud de las rutinas.
Hay que cambiar el tiempo,
no el sentido de los relojes
ni la hora detenida.
La obra se ha de representar aun con el teatro en ruinas.
© Mariano Crespo
y los hombres siguieron en las paradas
aguardando.
Esa esclavitud de las rutinas.
Hay que cambiar el tiempo,
no el sentido de los relojes
ni la hora detenida.
La obra se ha de representar aun con el teatro en ruinas.
© Mariano Crespo
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