Precavido,
antes de que lleguen los hielos,
he colocado tu retrato
en donde, en sueños, tengo una chimenea
y despierto tu hueco perfumado.
Cuando caiga la escarcha
ya protegerás un rincón cálido,
a la vera de la luz tenue del invierno,
junto a Charlie y los libros.
Ese sitio de músicos negros
y poetas blancos.
De húmedos labios y secos lirios.
Luego, como sucede todos los años
cuando te brillan los ojos,
la primavera parpadea
y se maquilla de verde el prado.
Y nos libamos los pétalos
para inaugurar el nuevo milagro.
Mientras dure la fiesta,
mientras no presientan los amos
y el eje cansado del planeta
lo que abrazados tramamos.
© Mariano Crespo
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