Antes de que las naves se amotinen
y te quemen,
deberías considerar
que harto más difícil es cerrar los mares,
matar a quien resucitaste
rimar en el lenguaje de los mimos
conversar con los sordos por las calles.
Nunca podrás borrar los versos que escribiste.
El silencio grita páginas en blanco
y cuando, por fin, te atreves a callar
hablas más de lo que dices.
Que te quiten lo bailado
y el vuelo de mil demonios
de tus ángeles,
debes valorar antes de poner tu nombre
a esos versos que te presta el aire.
La creación es una cura de humildad
tan insolente
que los labios no pueden resultar ilesos
ni inocentes
serán los besos que te regatean las diosas
hartas ya de laureles
marchitos como las glorias
de una sola cópula
y todas las ausencias de Penélope
cuando haces el Ulises o el idiota.
Intentar desvelar a la luna
es el destino del contador de historias.
Yo la he visto dormir y se como escuece.
Llora, poeta, no te prives.
El mar sabe a sal
porque es un mar de lágrimas.
© Mariano Crespo
y te quemen,
deberías considerar
que harto más difícil es cerrar los mares,
matar a quien resucitaste
rimar en el lenguaje de los mimos
conversar con los sordos por las calles.
Nunca podrás borrar los versos que escribiste.
El silencio grita páginas en blanco
y cuando, por fin, te atreves a callar
hablas más de lo que dices.
Que te quiten lo bailado
y el vuelo de mil demonios
de tus ángeles,
debes valorar antes de poner tu nombre
a esos versos que te presta el aire.
La creación es una cura de humildad
tan insolente
que los labios no pueden resultar ilesos
ni inocentes
serán los besos que te regatean las diosas
hartas ya de laureles
marchitos como las glorias
de una sola cópula
y todas las ausencias de Penélope
cuando haces el Ulises o el idiota.
Intentar desvelar a la luna
es el destino del contador de historias.
Yo la he visto dormir y se como escuece.
Llora, poeta, no te prives.
El mar sabe a sal
porque es un mar de lágrimas.
© Mariano Crespo
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