Aprendí a volar con aves carroñeras
y gracias a este magisterio,
nunca gratuito,
desarrollé un raro instinto
para detectar la presencia
cercana de un cadáver
aunque fuera clandestino.
He visto difuntos
en miradas de muchachas
en cansinos vuelos de cigüeñas
en etiquetas de claveles
en botellas de mala uva
en ujieres de museos
y en cloacas de cinco estrellas.
Aprendí a volar con aves carroñeras
el día que me libraron del muerto parásito
que me amarraba a la tierra.
Si hospedas un muerto dentro no detectas muertos fuera.
© Mariano Crespo
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