En mi barrio no había cines de estreno
ni mujeres con paso a nivel con barreras
pasados los dieciséis años.
En mi barrio nosotros y los perros,
en los mismos descampados,
desflorábamos amapolas,
aliviábamos el celo.
Antes de extrañarme
fui monaguillo en bodas de penalti
y comencé a beber escondidas
sangre de dios en garrafa
cuando aún era tan solo vino
y mi vida una absurda estafa
a la espera de asesino.
En mi barrio
solíamos estar en pecado
porque no era bien visto
ser confidente ni confesor
ni pasarse de listo
ni hacerse el tonto
ni tener buen olor
ni llegar tarde ni volver pronto
ni que asomara el dolor.
En el primer año de academia
aprendí a hacer novillos,
aguantar la tos al fumar,
levantar la falda a las muchachas
y cuando te calientan la cara
apretar los dientes sin llorar.
En mi barrio el nivel no lo daba el mar.
Lo daba un coche
siempre manchado en el asiento de atrás.
© Mariano Crespo
Gracias, Mariano. Me has evocado un tiempo lejano de una niña pobre, en un barrio pobre... Mi infancia entre los 3 y los 9 años.
ResponderEliminarMe encanta este poema
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