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martes, 25 de diciembre de 2012

La extraña génesis de la conciencia



Albergo dudas del instante en el que mi mirada optó por la izquierda,
guiñando el ojo derecho que, en su condición de diestro
y adiestrado solo mira lo que conviene y le interesa.

(De lo que estoy muy seguro
es que no abandoné la idea cumplidos los cuarenta).

Bien podría haber sido cuando empecé a odiar
el juego en que se gira, alrededor de sillas,
corriendo y, al sonido de un grito o de un silbato,
se sientan todos menos el que no es competitivo
o es sordo o es el menos rápido.

No tiene asiento y está eliminado.

El gordito y el gafotas eran eméritos candidatos.

Ese juego mezquino de la injusticia por sorpresa
es el que me cambió la idea de ser bombero
por la mucho más peregrina de pertenecer al Comité de Empresa.



© Mariano Crespo Martínez



            
             

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