Mis mujeres.
Nunca fui un sibarita.
Mi madre fue una mujer de campo
que se arrodilló ante dios y la higiene
de unas escaleras que no llevaban al cielo.
Mis mujeres.
Nunca fueron sibaritas.
La que me besa ahora sabe que huelo a hijo de porteros,
a ciudadano perplejo.
a ciudadano perplejo.
A ese sujeto con miedos cotidianos
que llamamos hombre medio.
Las mujeres sibaritas besan el éxito
y de ahí no provengo.
Estoy empadronado en la cola del empadronamiento.
Buscadme por la "Z" en el abecedario de méritos.
Subo por escaleras que mi madre fregó
y que no llevan al cielo.
© Mariano Crespo Martínez
Al cielo alojado en nuestra propia cosmovisión se llega por insospechadas escaleras.
ResponderEliminarGracias, como siempre.