Ajusto la blindada sonrisa
al orificio expansivo de la boca.
Armo la piedad
sobre el azul acero de los ojos.
Me encamino a la batalla cotidiana
contra el dragón que exhala cenizas
y cadáveres de rosas.
Al amparo de la luna
he dejado mi fragilidad
y las inciertas dudas.
No pasarán, amor.
He inundado la ciudad de versos frescos y de frutas.
© Mariano Crespo
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