Catorce años
para quince
tenía mi mirada
cuando descubrí lo apacible
que es el sol del invierno
mientras atraviesa un membrillo.
Ese día se completó
con el hallazgo
de la fiebre en clase de francés,
los supositorios, el ponche
y unos inquietantes delirios.
Sigue siendo un misterio
hoy, con la vista cansada,
este sol del invierno
y cuándo, cómo,
y por qué un hecho cotidiano
se instala en el recuerdo y se transforma en eterno.
© Mariano Crespo
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