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martes, 7 de enero de 2014

Intenciones




Si no pretendes ofender,
la impertinencia 
está en el oído que escucha 
no en lo que pronuncias. 

Lo que suscribe es la intención
y el tono que es la rúbrica.

Aunque hay ojo que no se inmuta
cuando blasfema o cuando reza, 
el odio y el amor 
no permiten mirada serena.

Mi abuela lo expresaba con más agudeza:
me fastidia el retintín, no que me llamen puta. 

© Mariano Crespo






                             





                     

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