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lunes, 21 de enero de 2013

El infierno que hallaron los buscadores del cielo




"Prefiero el jnfierno, el infierno es mi lugar preferido"
                 Geoffrey, protagonista de "Bajo el volcán"
                             MALCOLM  LOWRY

Llegué al Village con un presidente jovial llamado Jimmy Carter
y el planeta era menos globalizado pero más habitable.


Lleg al Village cuando estrenaban "Hair" en el cine
se fumaba maría con entrada de club
y vi la película con una pareja de novios
en las que ambos eran hombres.


Tom, mi amigo Tom, era uno de ellos
y moriría años más tarde
de una enfermedad que entonces no tenía nombre.
Ahora, como algunas corporaciones,
por siglas se la conoce.

Una enfermedad que asesinaría a mi hermana Elena
y a tantas flores marchitas prematuramente
que encontraron el infierno por los atajos del cielo,
en las vías de transmisión de un tren
con el maldito destino del expreso de medianoche.


Conocí a Diane Keaton y me saqué en Washington
- una capital cateta por donde da la vuelta el aire-
una fotografía sentado en el muslo de Einstein
que me tomó a regañadientes un policía negro
que custodiaba a don Alberto
o al cosmos que a sus pies
parecían cagaditas de paloma en un falso cielo.


Comprendí que fue Vietnam
paseando dos hora entre muertos por Arlington.
Vi el edificio Watergate
con los teléfonos aun pinchados
y subi a las torres del recién inaugurado
World Trade Center
sin saber que estaría en su velatorio
ni que la CIA pagó a Bin Laden.


Vi la tumba de George Armstron Custer
y la de John y Robert Kennedy.

Fumé marihuana en Central Park
y vi el Guernica que aun no había vuelto
y a unos hispanos reclamaban su regreso
proclamando el expolio
y vendiendo unas chapas:
"soy bilingüe, bicultural y orgulloso de mi raza".

Dos de cada tres de sus hijos
han colocado a un ciudadano negro en la Casa Blanca.


En el Metropolitan, y a esto viene esto que cuento,
visité una exposición de Pompeya
y me sentí bajo el volcán como Lowry.


Luego volví a Hispania, mi pueblo.
Les dije que venía de la capital del imperio.


Ahora lo extraigo del recuerdo
cuando el mundo va a cambiar de signo
y esto es un inventario
de la caída de un modelo.


Estamos bajo el volcán y aun no sé si eso es malo o bueno.


Me sube del estomago un vómito por estafa
que disimulo con los amigos
porque sé que la mirada desolada
es un lujo que los que padecemos la historia
la orden de permitirnos tenemos cancelada.


Confieso que he mirado,
con la atención de un búho de la periferia del mercado
y he procurado no ser una maleta
en este viaje con el billete prestado.


En este viaje al paraíso que resultó un fraude
y que solo lo aprendido en el trayecto ha justificado



© Mariano Crespo Mártinez






               
                   

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